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¿ERES UN ADICTO AL TRABAJO?

«No hay nada más agotador que tener un trabajo eternamente por terminar». William James.

Hay  personas que siempre están trabajando o pensando en el trabajo. Nunca terminan de trabajar.

Trabajar es muy importante no sólo a nivel económico sino también por todo lo que nos reporta a nivel psicológico. Es importante para nuestra autoestima. El trabajo es salud, pero como todo en esta vida, abusar no es bueno.

Las personas adictas al trabajo sólo encuentran satisfacción en ese ámbito de su vida, recortan horas de ocio, de estar con su familia y amistades e incluso de sueño. No es de extrañar que siempre se encuentren cansadas y estresadas. Y sin embargo se sientan extremadamente culpables cuando se toman un respiro. Son personas que se sienten mal cuando están de vacaciones o simplemente salen a dar un paseo.

Por otro lado, se sienten extremadamente responsables, sintiéndose absolutamente imprescindibles en su trabajo.

La adicción al trabajo suele ser mucho más frecuente entre aquellos que trabajan por cuenta propia, donde todo el peso de su negocio recae sobre ellos mismos. Esto ocasiona múltiples problemas de estrés y ansiedad. Es cierto que , en el caso de los autónomos, son dueños de su tiempo, pero al final acaban dedicando  todo su tiempo exclusivamente al trabajo. Les resulta muy difícil poner límites entres su vida laboral y personal. Paradógicamente, se dice que son dueños de su tiempo pero les resulta más difícil que a un trabajador por cuenta ajena encontrar un equilibrio vital entre el trabajo y otras esferas de su vida importantes como la familia, el ocio, la salud o los amigos,  quedando siempre en un segundo plano.

No siempre existe una razón económica para ello, muchas veces se esconde detrás un afán de perfeccionismo y necesidad de éxito que acaba por generar un alto nivel de estrés, cansancio, irritabilidad, problemas de salud y de relación con los demás.

Si te sientes identificado con este perfil , puedes tomar nota de los 6 consejos que te detallo a continuación:

  1. Reserva un tiempo a diario y también , al menos un día de la semana completo, que sea intocable para el ocio y actividades que no sean trabajo. Así mismo, es muy importante que vigiles tus pensamientos. Si estos te conducen al trabajo, aunque estés haciendo algo de ocio, realmente no estarás dejando de trabajar.
  2. No te lleves el trabajo a casa en la medida de lo posible, para hacer más fácil el respeto a tu tiempo para otras actividades y al descanso. Si trabajas en casa pon límites de alguna manera.
  3. Aprende a delegar y a dejar de controlar absolutamente todo. Aprende a decir no.
  4. Planifica tus tareas de forma realista, aprendiendo a decidir cuándo puedes prescindir de algo y decir no. Gestiona mejor tu tiempo.
  5. Es importante dedicar tiempo al descanso y a la comida durante tu jornada laboral.
  6. Dedica una parte de tu tiempo a hacer algo que te guste especialmente como decía en mi post La importancia de hacer cada día algo que te ilusione

Recuerda que el trabajo es importante pero no es lo único  en la vida. Al igual que ocurre con una mesa, si cortamos una pata, la mesa se cae, porque son necesarias todas sus patas para sostenerse. Lo mismo ocurre con la vida. El trabajo, la salud, las relaciones con los demás, el ocio, etc. son aspectos igual de importantes en nuestra vida.

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¿ESTÁS TRABAJANDO DURO O CON INTELIGENCIA?

«No hay nada más agotador que tener

 un trabajo eternamente por terminar».

William James.

Hay veces que por más que nos esforzamos en conseguir resultados en nuestro trabajo parece que nos estrellamos contra un muro, no avanzamos. Aquí es donde podemos comprobar que no es lo mismo trabajar duro que trabajar con inteligencia. Cuando trabajamos inteligentemente significa que estamos siendo eficaces, productivos y efectivos. Muchas veces menos es más. Según la regla de Pareto 80/20, el 80% de nuestros resultados surgen del 20 % de nuestros esfuerzos. La conclusión está clara. Si fuésemos capaces de eliminar el 80% del esfuerzo restante seríamos más eficaces. Eso es trabajar con inteligencia. Obtener mejores resultados con menor esfuerzo. Vamos a ver algunas ideas que nos van a ayudar a conseguirlo.

En primer lugar si nos preguntamos por qué nos sucede esto, podemos ver fácilmente que tenemos demasiadas ocupaciones y estrés. Trabajamos duro, pero perdemos la perspectiva de lo que es importante, no vemos nuevas oportunidades por nuestra dispersión y se cometen errores. Esto lleva al cansancio, al aburrimiento y al agotamiento. Realmente, así nos alejamos de lo que queremos conseguir.

Una buena idea es descubrir cuáles son nuestros puntos fuertes y centrarnos en ellos, delegando el resto. No digo que no haya que trabajar en nuestros puntos débiles, pero el hecho de hacer muchas cosas aceptablemente bien nunca tiene tanto valor como centrarse en lo que se nos da realmente bien. Concentra tu energía en ello, si hay algo que se te da bien de forma natural, trabaja en fortalecerlo aún más, de forma que llegues a ser excelente en ello. Intentar hacerlo todo bien consume mucha energía, sobre todo si lo que pretendemos hacer bien no nos gusta. Piensa en lo que realmente es importante que hagas bien para tu trabajo. El resto delégalo. Si no puedes delegarlo, encuentra formas de que te consuma la menor energía posible, por ejemplo, siendo un poco menos perfeccionista o buscando atajos.

Otra idea para trabajar inteligentemente es prometer poco pero dar mucho. Es decir, superar las expectativas. Si prometemos poco nos estamos dando más tiempo para realizar la tarea y podremos hacerla mejor y dar más calidad de la esperada. Todos tenemos la tendencia natural a prometer todo para ya mismo, sin tener en cuenta otras prioridades. Al final esto es contraproducente porque  si no conseguimos cumplir lo prometido quedaremos mucho peor que si damos más de lo esperado. Hay personas que están prometiendo continuamente cosas para ya. Esto no sólo genera estrés en esta persona sino a la persona a la que se lo prometes, dando una mala imagen de informalidad.

Otro problema con el que todos nos encontramos es con las largas listas de cosas pendientes por hacer. Eliminar o reducir estas listas aumenta nuestra productividad. El problema con las listas es que, aunque pueden ser muy útiles para no olvidarnos de nada , pueden generar mucha ansiedad y nos convertimos en “hacedores de tareas” , verdaderos autómatas.  En lugar de recompensarnos por lo que estamos logrando, nos lamentamos de todo lo que no hemos hecho todavía. Las listas sólo son útiles si se realizan de la forma adecuada, es decir, determinando qué es lo más importante y relegando lo menos importante para abordarlo si nos sobra tiempo. Dentro de lo importante claro está que lo urgente tiene prioridad, pero siempre tenemos que procurar hacer al menos algo que sea no urgente pero importante cada día. Otro aspecto imprescindible es estimar el tiempo que realmente te va a llevar realizar una tarea y asignarle un poco más para los imprevistos. Es importante revisar nuestros objetivos periódicamente y establecer nuestras prioridades adecuadamente.

Eso sí, si decides hacer algo, hazlo, comprométete. Si no, no lo hagas. Como citaba al principio de este artículo, no hay nada que consuma tanta energía como algo que tenemos pendiente de terminar durante un largo tiempo. Esto es porque intentar hacer algo y no terminarlo nos hace sentir que no hemos hecho nada (aunque a veces nos puede servir como aprendizaje para emprender otra cosa). Muchas veces nos pasamos el día diciendo que vamos a intentar hacer esto y lo otro, ideamos planes, nos imaginamos el resultado, pero no pasamos a la acción. Esto produce gran frustración. Deja de decir que vas a intentar hacer algo y ¡hazlo! O no lo hagas. Pero no lo intentes.

Otra recomendación imprescindible es tomarse un respiro. Tenemos que ser conscientes de que necesitamos descansar y desconectar. La relajación y la meditación tendrían que ser herramientas que estuviesen incorporadas en nuestra vida de forma natural. No sólo relajarse es importante, sino también cuidar de que nuestros hábitos sean saludables, de que dedicamos el tiempo suficiente a nuestras relaciones y aficiones.

En la vida tiene que existir un equilibrio, el trabajo no puede ni debe ser el centro de todo. Y paradójicamente conseguiremos trabajar con más inteligencia y dar lo mejor de nosotros mismos.

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