Cuando pensamos en personas excelentes, que son grandes deportistas, músicos, escritores, etc. , lo primero que suele pasar por nuestra mente es la suerte que tienen, y que son seres que han nacido con determinadas predisposiciones hacia la excelencia, o con una familia que le ha fomentado sus talentos, o bien que ha tenido circunstancias en su vida que han favorecido que llegase a ser lo que ahora es.
Sin embargo, pocas veces pensamos en el trabajo y sacrificios que hay detrás de esos éxitos. Son personas que puede que hayan nacido en unas circunstancias favorables o no, pero lo que es seguro es que sin hacer nada no hubiesen conseguido llegar donde están.
Son personas que, una vez que se fijan una meta y tienen claro dónde quieren llegar, se concentran en el proceso, instaurando hábitosque le llevan a conseguir el éxito. Crean una base consistente sobre las que se construye su excelencia.
Este es el secreto de todas las personas que sobresalen: la acción. El mejor pintor estará pintando de forma habitual y cuando no lo esté, pensará en su arte. El gran músico cuando no está ensayando largas horas estará imaginando música en su cabeza. El atleta olímpico estará entrenando día a día sin importar si llueve, truena o hace calor.
¿Por qué ésta es la clave?
Porque la excelencia llega mientras estás en acción.
Y para pasar a la acción nada mejor que instaurar un hábito.
Hay veces que por más que nos esforzamos en conseguir resultados en nuestro trabajo parece que nos estrellamos contra un muro, no avanzamos. Aquí es donde podemos comprobar que no es lo mismo trabajar duro que trabajar con inteligencia. Cuando trabajamos inteligentemente significa que estamos siendo eficaces, productivos y efectivos. Muchas vecesmenos es más. Según la regla de Pareto 80/20, el 80% de nuestros resultados surgen del 20 % de nuestros esfuerzos. La conclusión está clara. Si fuésemos capaces de eliminar el 80% del esfuerzo restante seríamos más eficaces. Eso es trabajar con inteligencia. Obtener mejores resultados con menor esfuerzo. Vamos a ver algunas ideas que nos van a ayudar a conseguirlo.
En primer lugar si nos preguntamos por qué nos sucede esto, podemos ver fácilmente que tenemos demasiadas ocupaciones y estrés.Trabajamos duro, pero perdemos la perspectiva de lo que es importante, no vemos nuevas oportunidades por nuestra dispersión y se cometen errores. Esto lleva al cansancio, al aburrimiento y al agotamiento. Realmente, así nos alejamos de lo que queremos conseguir.
Una buena idea es descubrir cuáles son nuestros puntos fuertes y centrarnos en ellos, delegando el resto. No digo que no haya que trabajar en nuestros puntos débiles, pero el hecho de hacer muchas cosas aceptablemente bien nunca tiene tanto valor como centrarse en lo que se nos da realmente bien. Concentra tu energía en ello, si hay algo que se te da bien de forma natural, trabaja en fortalecerlo aún más, de forma que llegues a ser excelente en ello.Intentar hacerlo todo bien consume mucha energía, sobre todo si lo que pretendemos hacer bien no nos gusta. Piensa en lo que realmente es importante que hagas bien para tu trabajo. El resto delégalo. Si no puedes delegarlo, encuentra formas de que te consuma la menor energía posible, por ejemplo, siendo un poco menos perfeccionista o buscando atajos.
Otra idea para trabajar inteligentemente es prometer poco pero dar mucho. Es decir, superar las expectativas. Si prometemos poco nos estamos dando más tiempo para realizar la tarea y podremos hacerla mejor y dar más calidad de la esperada. Todos tenemos la tendencia natural a prometer todo para ya mismo, sin tener en cuenta otras prioridades. Al final esto es contraproducente porque si no conseguimos cumplir lo prometido quedaremos mucho peor que si damos más de lo esperado. Hay personas que están prometiendo continuamente cosas para ya. Esto no sólo genera estrés en esta persona sino a la persona a la que se lo prometes, dando una mala imagen de informalidad.
Otro problema con el que todos nos encontramos es con laslargas listas de cosas pendientes por hacer. Eliminar o reducir estas listas aumenta nuestra productividad. El problema con las listas es que, aunque pueden ser muy útiles para no olvidarnos de nada , pueden generar mucha ansiedad y nos convertimos en “hacedores de tareas”, verdaderos autómatas. En lugar de recompensarnos por lo que estamos logrando, nos lamentamos de todo lo que no hemos hecho todavía. Las listas sólo sonútiles si se realizan de la forma adecuada, es decir, determinando qué es lo más importantey relegando lo menos importante para abordarlo si nos sobra tiempo. Dentro de lo importante claro está que lo urgente tiene prioridad, pero siempre tenemos que procurar hacer al menos algo que sea no urgente pero importante cada día. Otro aspecto imprescindible es estimar el tiempo que realmente te va a llevar realizar una tarea y asignarle un poco más para los imprevistos. Es importante revisar nuestros objetivos periódicamente y establecer nuestras prioridadesadecuadamente.
Eso sí, si decides hacer algo, hazlo, comprométete. Si no, no lo hagas. Como citaba al principio de este artículo, no hay nada que consuma tanta energía como algo que tenemos pendiente de terminar durante un largo tiempo. Esto es porque intentar hacer algo y no terminarlo nos hace sentir que no hemos hecho nada (aunque a veces nos puede servir como aprendizaje para emprender otra cosa). Muchas veces nos pasamos el día diciendo que vamos a intentar hacer esto y lo otro, ideamos planes, nos imaginamos el resultado, pero no pasamos a la acción.Esto produce gran frustración. Deja de decir que vas a intentar hacer algo y ¡hazlo! O no lo hagas. Pero no lo intentes.
Otra recomendación imprescindible es tomarse un respiro. Tenemos que ser conscientes de que necesitamos descansar y desconectar. La relajación y la meditación tendrían que ser herramientas que estuviesen incorporadas en nuestra vida de forma natural. No sólo relajarse es importante, sino también cuidar de que nuestros hábitos sean saludables, de que dedicamos el tiempo suficiente a nuestras relaciones y aficiones.
En la vida tiene que existir un equilibrio, el trabajo no puede ni debe ser el centro de todo. Y paradójicamente conseguiremos trabajar con más inteligencia y dar lo mejor de nosotros mismos.
Si quieres conocer las mejores herramientas de psicología para desarrollar tu inteligencia emocional y fijar objetivos coherentes con tus valores, te invito a leer el primer capítulo de mi libro pinchando en el siguiente enlace El árbol del Cambio. Como afrontar el cambio en tu vida en tiempos de incertidumbre. (Tan sólo tienes que solicitar Leer muestra, que aparece debajo de la portada del libro).
También puedes leerlo entero de forma gratuita si perteneces a KindleUnlimited , aprovechando que tienes 30 días de prueba gratis ( pinchando en en este enlace).
O para los más clásicos, también puedes adquirir la obra a través de Amazon en papel en el siguiente enlace.
Además, por petición de mis lectores, he puesto a disposición tuya, de compra opcional, un cuaderno de trabajo con todos los ejercicios del libro, llamado El árbol del Cambio. Cuaderno de reflexiones, para que tengas un soporte para realizarlos más cómodamente. Te servirá de cuaderno de bitácora para aprovechar mejor los contenidos que aprendas en este libro.
Disponemos de multitud de adelantos tecnológicos que nos hacen pensar que aumentan nuestra eficacia por el mero hecho de facilitarnos la posibilidad de hacer multitud de cosas a la vez. Incluso hubo no hace mucho un anuncio que ha hecho famoso eso de que las mujeres podemos hacer muchas cosas a la vez y los hombres sólo una, pobrecitos ellos. Puede que exista una cierta base científica y antropológica para este hecho, pero tampoco podría asegurarlo cien por cien. He podido comprobar quetodos, independientemente de nuestro género, hacemos muchísimas cosas a la vez.
Ahora bien, una cosa es hacer diez cosas a la vez y otra muy diferente es ser eficaz en las diez cosas. A lo mejor eres de los que es capaz de hacer diez cosas a la vez, pero esto pasa facturaen forma de estrés y contracturas cervicales, como es mi caso. Personalmente me ha costado incorporar a mi vida el concepto de que puedo tener múltiples intereses, pero que tengo que realizar una sola cosa por vez y asignarle el tiempo que merece, e incluso disfrutar de lo que estoy haciendo, aunque sea una tarea rutinaria. No necesito demostrar que puedo hacer multitud de cosas al mismo tiempo.
Es cierto que el ritmo actual que llevamos nos impone que realicemos múltiples tareas al mismo tiempo. El precio de ello es el agotamiento, los despistes y la falta de concentración y de eficacia. No es de extrañar que los males más extendidos de nuestro tiempo sean la ansiedad y el estrés.