«Antes de autodiagnosticarse de depresión o baja autoestima,
asegúrese de no estar rodeado de idiotas».
Sigmund Freud.
Es sencillo oir hablar de depresión , de hecho es uno de los grandes males de nuestro tiempo. Cuando nos sentimos mal, es normal preocuparnos, entonces nos encontramos con la información de que una persona con depresión puede tener los siguientes síntomas :
- Un cambio en el estado de ánimo mantenido en el tiempo (principalmente tristeza, llorando sin motivo).
- La pérdida de interés en actividades que son por lo general placenteras.
- Problemas con el sueño (despertar en las primeras horas de la mañana, sueño no reparador, etc.).
- Ansiedad constante con momentos en que se agudiza, incluso en situaciones hasta ahora consideradas de rutina y sin riesgo.
- Irritabilidad inusual que requiere una gran cantidad de energía para controlarla.
- Cansancio excesivo o enlentecimiento de los movimientos.
- Incapacidad para funcionar, para llevar a cabo las tareas cotidianas.
- Una mayor sensibilidad al ruido.
- Cambios no habituales en el apetito.
Entonces, de repente, nos sentimos muy identificados con estos síntomas y …zass! nos autodiagnosticamos de depresión. Y ya si encima vamos al médico a contarle nuestra situación y nos empieza a recetar lexatin, valium, orfidal, y todas las benzodiacepinas posibles, asegurándote de que eso te va a sacar de la situación. Ahora ya sí que nos podemos poner la etiqueta de depresivos.
De hecho muchas veces este malestar que sentimos viene asociado a ansiedad y también esto nos lleva a una falta de autoestima, ya que no nos vemos capaces de manejar nuestra situaciones más cotidianas que antes realizábamos con éxito.
No estoy diciendo que este diagnóstico no sea acertado, hay veces que sí lo es. Tampoco digo que los medicamentos no sean útiles en determinadas situaciones ni que los médicos los receten sin ton ni son, pero … ¿ponernos la etiqueta de depresión y medicarnos para «continuar con nuestra vida» es la solución?
Lo que quiero reivindicar en este artículo es que , aunque hay veces que realmente se trata de una depresión de verdad, y como tal hay que darle la importancia que tiene y tratarla como es debido.Hay que tener cuidado porque podemos precipitamos al autodiagnosticarnos y entonces sí que podemos caer en una verdadera depresión y otros problemas asociados.
Por este motivo es importante acudir a un psicoterapeuta que nos ayude a averiguar el porqué de nuestro estado actual , y si se trata realmente de una depresión o no. De esta forma, en cualquiera de los casos, el profesional nos puede ayudar a elaborar unas pautas adecuadas para poder salir de ella. Estas pautas pueden incluir esa medicación de la que hablaba, que pueden hacer que disminuyamos la ansiedad y adormecernos para sentir menos dolor emocional. Pero sin dejar de lado lo más importante : nuestra mente y emociones.
Pero antes de autodiagnósticarnos y colgarnos el cartel de depresión, también debemos mirar a nuestro alrededor, a las circunstancias que hay en nuestra vida. Si hay algo o alguien que nos está haciendo sentir preocupando y nos está llevando a tener los síntomas que antes mencionaba. Si es así, entonces podemos hacer algo para salir de ese estado y luchar por salir del hoyo en el que estamos metidos en lugar de seguir cavando. Como decía en mi anterior post “Céntrate en la solución, no en el problema”.

La solución puede ser tan sencilla como cambiar de trabajo, dejar una relación que no interesa, cambiar de amistades. Sí, ya sé que a lo mejor la solución no es tan sencilla, pero la vida viene así, y hay que aprender a superar los obstáculos y no quedarnos atascados en ellos. Seguramente tú no tienes la culpa de que te hayas encontrado con personas indeseables que te amarguen la vida, pero hay que entender y aceptar la realidad, y tratar de buscar nuestras propias soluciones saliendo de nuestro papel de víctima.
Como decía Freud, hay veces que simplemente «estamos rodeados de idiotas «y salir de esa situación también acaba con nuestra “depresión”.
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