“No existe la falta de oportunidad de ser próspero haciendo lo que amas,
la única escasez es no hacerlo”.
Wayne Dyer
A todos nos han metido en la cabeza desde pequeñitos que enfocáramos nuestros esfuerzos a tener éxito de mayores, entendiendo por éxito el tener un trabajo muy bien remunerado ¿cierto? Esto significaba centrarse en algunas profesiones y desechar otras, sin tener en cuenta si nuestros gustos, intereses, preferencias o talentos innatos iban orientados en esa dirección o no. El problema de base es la equiparación de éxito a éxito económico y no al desarrollo de una vocación. Como si el hecho de dedicarte a tu vocación fuese a ser sinónimo de vivir en la miseria. Una vocación es aquella profesión que realizarías sin que te pagasen por ello, pero esto no tiene por qué estar reñido con ganarse bien la vida.
Una vocación es algo que sientes que tienes que hacer en la vida y que se alinea con tus dotes y talentos innatos. Es algo sobre lo que siempre estás pensando, algo que te hace vibrar cuando oyes hablar de ello. Es aquello con lo que disfrutas y fluyes, lo que haces sin dificultad y te hace sentir una satisfacción inigualable Es por así decirlo, que tu profesión sea tu hobby. Cuando tienes una vocación, el tiempo pasa volando, fluyes, siempre quieres saber más, mejorar, investigar y ofrecer lo que sabes al mundo. Una vocación es algo que te hace feliz.
Hay personas que tienen muy claro en su vida lo que quieren desde pequeñitos y no es raro que después sean grandes profesionales en su campo. Si a estas personas las intentamos influenciar para que se interesen por otras cosas con “más salidas” con frecuencia se convierten en profesionales frustrados que están deseando encontrar tiempo libre para dedicarse a sus hobbies, aquello que tendría que haber sido su profesión vocacional.
Sin embargo, hay personas que descubren más tarde cual es su vocación. Puede ser que estuviese escondida debajo de montones de creencias limitantes como “ con eso nunca te vas a ganar la vida”, “ hay que pagar las facturas”, “sólo son fantasías”, etc.
Otro tercer grupo de personas no tienen ni idea de cuál podría ser su vocación. Si este es tu caso te sugiero las siguientes preguntas:
- ¿Cuáles son tus puntos fuertes? ¿Qué se te da bien de verdad, sin esfuerzo? Muchas veces damos por supuesto que porque a nosotros se nos da bien algo, a los demás también, pero puede que signifique que tienes talento.
- ¿Cuáles son tus puntos débiles? ¿Qué se te da mal? Esto te da pistas de lo que no es tu vocación.
- ¿Qué te impide valorar tus talentos?
- ¿Cuáles son tus hobbies e intereses? Aquí es donde verdaderamente se encuentra el germen de tu vocación.
- ¿Cómo podrías expresar estos hobbies e intereses de forma que te proporcionase ingresos?
Tanto si perteneces a un grupo como a otro, te diré que cuando una persona hace lo que le gusta, puede que cueste más o menos conseguirlo, pero cuando alguien hace lo que ama, le brillan los ojos, tiene más energía, se siente afortunado de trabajar en lo que le gusta, su vida es plena y llena de alegría. Te sientes contento, satisfecho y entusiasmado.
Entonces, ¿por qué nos negamos a desarrollar nuestra vocación? Piensa en el tiempo que pierdes en hacer lo que no te gusta. Sí, es verdad que de algo hay que vivir y hay que satisfacer unas necesidades económicas, pero ¿por qué no darse la oportunidad de desarrollar nuestra vocación aunque sea a tiempo parcial?
En esta web y en mi libro El árbol del cambio te daré muchísimas ideas de cómo puedes ir progresando en el desarrollo de tu vocación. No es tarea sencilla ni rápida, ya te lo adelanto. Hay que trabajar mucho para superar límites mentales que nos autoimponemos constantemente, miedos, dosis de realismos insanos, frustraciones, etc. Ten en cuenta que aquellos que tienen la suerte de tener su vocación como profesión seguramente recibieron mucho apoyo desde niños, o bien como adultos han tenido que sortear los obstáculos de la incomprensión de los demás, del miedo y el desánimo.
El primer paso que te sugiero es que te cuestiones sinceramente qué es lo que más te gusta e importa en la vida y de qué forma eso se puede transformar en una profesión. Tómate tu tiempo, deja de lado las escusas de los “si pero…”. Visualiza cómo sería tener esa profesión. Asegúrate de que eso es lo que quieres. No te desanimes a la primera de cambio. Dedícale tiempo, pero tampoco tires todo lo que tienes ahora por la borda. Tu trabajo actual puede que no sea tu vocación pero te proporciona el colchón de seguridad que es necesario para comenzar a experimentar tu vocación sin preocupaciones.
Para este proceso puede resultarte muy útil un proceso de coaching. Tener a alguien que te acompañe paso a paso en el camino y que te ayude a descubrir tus verdaderos valores, lo que te hace vibrar, desechar miedos, creencias limitantes, a gestionar emociones, a visualizar, y a realizar un plan en el tiempo, con objetivos bien definidos.
Las profesiones más gratificantes son aquellas en las que podemos ser nosotros mismos, nos permiten expresar nuestros valores, es decir, lo que es más importante para nosotros, y nos permiten vivir con plenitud.
¿Cómo comenzar? Dando el primer paso y seguir en movimiento. Permítete darle prioridad a tu vocación, sin tener por qué renunciar a tus fuentes de ingresos hasta que no lo afiances. Si te puedes dedicar plenamente a tu vocación, entonces eres afortunado porque dispondrás de todo el tiempo. Reflexiona sobre las formas en las que puedes incorporar tu vocación a tu vida.
Pero sobre todo haz lo que ames y fluye con la vida.
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