LOS DIEZ CONSEJOS PARA MANEJAR EL ENFADO

“ La vida es demasiado importante

como para tomársela en serio”

Oscar Wilde

El enfado es una emoción innata que surge cuando alguien o algo ha superado nuestro umbral de paciencia o de tolerancia a la frustración. Es decir, el enfado sirve para poner límites, tiene una intención positiva y hay veces que tiene una gran utilidad. El inconveniente es que sus consecuencias pueden llegar a resultar desagradables para nosotros mismos y para los demás.

Además se trata de una de las emociones más difíciles de controlar porque conlleva un gran nivel de activación. Para afrontar esos momentos en los que vamos a explotar te propongo los siguientes diez consejos. No es necesario que los realices todos cada vez que intuyas que te vas a enfadar, hay veces que con alguno de ellos es suficiente.

  1. Relájate

El enfado, como ya adelantaba antes, produce un elevado estado de activación en nuestro organismo. Sabemos que cuando nos enfadamos comenzamos a ponernos tensos, a hablar de forma más acelerada y con un tono más elevado. Nuestro nivel de adrenalina aumenta espectacularmente. Las personas que dedican un tiempo diario a la relajación y meditación son mucho menos propensas a enfadarse. Si no tienes esta rutina, la solución más sencilla es respirar profundamente varias veces antes de reaccionar.

  1. Observa tu comportamiento y pensamientos .Si últimamente te enfadas con mucha frecuencia sin un motivo realmente justificado, a lo mejor ha llegado la hora de cambiar de hábitos para controlar la ansiedad, estrés y las preocupaciones.
  2. Analiza cual es la causa real de tu enfado. La pregunta más importante que tienes que hacerte es ¿realmente es tan importante el motivo del enfado?¿merece la pena lo mal que me voy a sentir después? ¿por qué otra situación que realmente sí es importante puedo estar enfadado?
  3. Ponte en el lugar del otro. Se trata de intentar entender por qué la otra persona se ha comportado de determinada manera. No se trata de justificar un mal comportamiento. Muchas veces nos quedamos en los hechos más inmediatos o visibles, sin pensar que la otra persona puede que estuviese actuado sin mala intención o por que esté pasando por un mal momento, o bien porque ha habido un malentendido en la comunicación. Tendemos a pensar que somos el centro del mundo, pero eso no es cierto. Es importante controlar los pensamientos automáticos que tienden a juzgar precipitadamente a la otra persona.
  4. Interpreta correctamente la situación. Si algo nos enfada es porque lo estamos interpretando de forma amenazante. Interpretar la situación no significa que no tengamos razón para enfadarnos, sino en analizar hasta qué punto es justificado nuestro enfado y si hemos interpretado adecuadamente una situación.
  5. Céntrate en resolver el problema en lugar de quejarte. Hay personas que se pasan la vida quejándose como si esa fuese la solución. La queja nos sumerge aún más en el problema, restándonos energía y tiempo. La mejor forma de resolver un problema no es quejarse, sino buscar las mejores soluciones. Quejarse sólo sirve para que nos sintamos más frustrados, bloqueando nuestra capacidad de resolver el problema.
  6. Cambia la agresividad por la asertividad. Gritar, decir tacos o dar portazos puede que te ayude a descargar la tensión en un momento dado, pero sin duda, deteriora las relaciones con los demás y te haces daño a ti mismo. Encuentra formas más sanas de canalizar tu enfado, como dar un paseo, hacer una actividad que requiera energía, etc. Los demás no tienen porqué entender tu enfado, no te pueden leer el pensamiento, tan sólo pueden ver tu comportamiento. Sinceramente, a mi no me gustaría estar al lado de alguien que está en este estado, porque las emociones se contagian muy fácilmente.
  7. Hay personas que son tóxicas y su comportamiento o comentarios nos hacen sentir mal. El hecho de aceptar que esa persona simplemente es así y que sus motivos tendrá y que no son asunto nuestro, nos libera. Hay cosas que no tienen una solución a nuestro alcance. Esto no quiere decir que no debamos poner límites, ya que el enfado sirve para ello precisamente. Tendremos que encontrar formas más saludables de poner  esos límites.
  8. Ríete de la situación. La vida es demasiado importante como para tomársela en serio, como decía Oscar Wilde. Claro, hay situaciones en las que no puedes reírte. Habrá que ver en qué situaciones es apropiado. Pero el sentido del humor hace que se relaje la tensión y podamos ver la situación desde otro punto de vista. Nos ayuda a reencuadrar la situación, a tomar perspectiva. Uno no puede reírse y estar enfadado al mismo tiempo.
  9. Aprende de la situación

En definitiva, se trata de gestionar la emoción de enfado para que no te domine.

Ya Aristóteles lo decía:

 «Cualquiera puede enfadarse, eso es muy fácil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y de la forma correcta, eso ciertamente, no resulta tan fácil.»

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CONTRA LA ANSIEDAD Y EL ESTRÉS: EL «UNITASKING»

“Quien mucho abarca poco aprieta”.

Proverbio del S XIV

Disponemos de multitud de adelantos tecnológicos que nos hacen pensar que aumentan nuestra eficacia por el mero hecho de facilitarnos la posibilidad de hacer multitud de cosas a la vez. Incluso hubo no hace mucho un anuncio que ha hecho famoso eso de que las mujeres podemos hacer muchas cosas a la vez y los hombres sólo una, pobrecitos ellos. Puede que exista una cierta base científica y antropológica para este hecho, pero tampoco podría asegurarlo cien por cien. He podido comprobar que todos, independientemente de nuestro género, hacemos muchísimas cosas a la vez.

Ahora bien, una cosa es hacer diez cosas a la vez y otra muy diferente es ser eficaz en las diez cosas. A lo mejor eres de los que es capaz de hacer diez cosas a la vez, pero esto pasa factura en forma de estrés y contracturas cervicales, como es mi caso. Personalmente me ha costado incorporar a mi vida el concepto de que puedo tener múltiples intereses, pero que tengo que realizar una sola cosa por vez y asignarle el tiempo que merece, e incluso disfrutar de lo que estoy haciendo, aunque sea una tarea rutinaria. No necesito demostrar que puedo hacer multitud de cosas al mismo tiempo.

Es cierto que el ritmo actual que llevamos nos impone que realicemos múltiples tareas al mismo tiempo. El precio de ello es el agotamiento, los despistes y la falta  de concentración y de eficacia. No es de extrañar que los males más extendidos de nuestro tiempo sean la ansiedad y el estrés.

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EL FANTASMA DEL MIEDO ESCÉNICO

El miedo escénico es algo que todos hemos sentido en alguna ocasión, ya sea cuando hemos tenido que exponer un tema en clase, un examen oral, un proyecto en el trabajo o una formación que hemos impartido. Para los músicos, ya sean profesionales o aficionados, el miedo escénico es algo con lo que tenemos que lidiar ante cualquier actuación. Incluso, hay estudiantes de música que tienen miedo en los ensayos o incluso en la propia clase, con su profesor como único testigo. Y por descontado, el fantasma del miedo escénico también suele pasearse por las salas de exámenes. La música es un arte temporal, si nos equivocamos no tiene solución, no podemos retroceder en el tiempo y arreglarlo.

Es cierto que cuanto más experimentados somos en relación a la exposición al miedo escénico, más estrategias desarrollamos, de forma consciente o no, para enfrentarnos a estas situaciones. Pero, por otro lado, sorprende la poca ansiedad que muestran los niños más pequeños ante una audición. Quizá podamos descubrir en ellos alguna clave para superar el miedo escénico. Probablemente sea su naturalidad al disfrutar de la música, su ausencia de autocrítica o cualquier otra razón innata a su desarrollo cognitivo en esa edad. Sin embargo, cuando se sobrepasa cierta edad, que suelen ser los 8 años,  dependiendo también de si el niño es más o menos nervioso, comienzan a aparecer esos temidos nervios ante la escena. Esto suele ser, entre otros motivos,  porque al niño comienza a importarle la opinión de los demás sobre su ejecución y se vuelve más autoexigente.

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DIEZ PASOS PARA SALIR DE LA «DEPRE»

La depresión es algo más habitual de lo que podemos pensar en la vida de las personas. Hay momentos en los que nos ocurren ciertas cosas que nos hacen sentir tristes y sin ganas de hacer nada. Estamos cansados, aletargados, sin energía y melancólicos. Estamos hablando en este artículo de una depresión adaptativa o estado de tristeza temporal, NO de aquella depresión patológica mucho más grave que se mantiene en el tiempo, con síntomas severos,  y en la que se recomienda acudir a un profesional especialista.

Todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida una, llamémosla “depre” y, aunque lo hayamos percibido como algo negativo, después hemos conseguido realizar algún cambio que necesitábamos. Durante ese periodo de baja activación hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre lo que no nos satisface y el camino que queremos tomar.

Entre los síntoma de la depresión adaptativa se encuentran los siguientes:

  • Anímicos: abatimiento, tristeza, infelicidad, irritabilidad y nerviosismo.
  • Motivacionales y conductuales: disminuye la capacidad de disfrutar de la vida, de ponerse en marcha, de realizar actividades placenteras. Inactividad.
  • Cognitivos: dificultad de concentración, atención y memorización. Pesimismo.
  • Físicos: problemas de sueño, cansancio injustificado, etc.
  • Interpersonales: disminuye el interés por relacionarse con los demás.

Una persona que se encuentra deprimida necesita mucho apoyo, ya que su estado de baja activación puede conducir a una depresión más severa. Pero no siempre es posible encontrar ese apoyo, ya que precisamente ese estado le aleja de los demás. Es por ello que la ayuda psicológica resulta muy importante en estos casos. Sin embargo, si nos encontramos en una fase temprana de la depresión , existen diez pasos que podemos dar nosotros mismos si detectamos que nos sentimos mal. Son los siguientes:

  1. Confía en tu capacidad de salir de esa situación. Acepta que necesitas tu tiempo para reflexionar pero que también tienes que pensar en ponerte en marcha. La “depre” es un estado normal y que podemos utilizar para cambiar algo en nuestra vida. Puedes verla como un periodo de descanso para descubrir tus verdaderas necesidades.
  2. Procura relacionarte con otras personas. Acepta la ayuda de tus relaciones más cercanas. Explícales cómo te sientes y que tienes el propósito de encontrarte mejor.
  3. Haz ejercicio para aumentar tu nivel de activación. En estos momentos te apetecerá menos que nunca, pero también es más necesario que nunca.
  4. Recompénsate, dedica tiempo a hacer lo que te gusta, sin sentirte culpable por no estar destinando tu tiempo a actividades más productivas
  5. Comunica a los demás como te sientes, pero sin hacer de ello una tragedia. Piensa que todos pasamos por momentos malos alguna vez en nuestra vida. Esa normalidad hace que podamos quitarle un poco de hierro al asunto.
  6. Valora las cosas positivas que ocurren en tu vida. No les restes importancia. Agradece lo que tienes. Si lo haces por escrito mucho mejor.
  7. No te castigues con pensamientos que no te conducen a ninguna parte. Es hora de parar pensamientos automáticos, ponerlos sobre el papel y analizar si realmente son ciertos o no, y qué podemos hacer para cambiarlos.
  8. Resulta muy difícil ponerse objetivos cuando nos encontramos deprimidos. Pero el hecho de ponernos aunque sea una única meta al día y recompensarnos cuando la hayamos conseguido puede que consiga activarnos.
  9. La técnica del “como si” estuvieses bien. Aunque cuesta, tomar la actitud consciente de cambiar el estado hace que liberemos oxitocina en nuestro organismo, facilitando el bienestar.
  10. Entra en contacto con la naturaleza y realiza alguna actividad artística (música, pintura, cerámica, punto de cruz etc). Esto propicia la aparición de sentimientos positivos. En el siguiente post de mi web psycorchea puedes averiguar lo beneficiosa que es la música para estos casos : ¿Es útil la música para el tratamiento de la depresión?

Estos pasos tienen por objeto aumentar el nivel de activación recuperando cierta actividad. Por supuesto si los síntomas persisten  conviene acudir a un profesional, ya que cuanto más tiempo pase más complicado será el tratamiento, ya que podría derivar en una depresión patológica. Es por ello conveniente escucharse más a uno mismo y actuar en una fase temprana.

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LA MÚSICA ES UN CAMINO TERAPÉUTICO

La música puede llegar a ser un camino terapéutico si tomamos conciencia de que la enfermedad no es algo ajeno a nosotros, que es necesario eliminar a base de fármacos y tratamientos médicos, que la mayoría de las veces sólo enmascaran los síntomas de la enfermedad que está detrás.

La comprensión de que la enfermedad como algo que padecemos y que no es externo a nosotros, nos da cierto poder para afrontarla desde dentro. Es cierto que los maravillosos avances médicos han logrado que nuestra esperanza de vida supere todas las expectativas y ha supuesto un salto cuántico para nuestra supervivencia  y calidad de vida. Pero por otro lado se observa continuamente cómo hay pacientes que avanzan más rápidamente hacia la salud gracias a la medicina convencional, aun partiendo de un estado de salud mucho peor. Esto nos hace pensar que podemos ayudar a que la medicina tradicional sea aún más efectiva.

Existen muchas terapias más naturales que se llevan utilizando desde hace miles de años, que la medicina contemporánea está empezando a reconocer como coayudantes de los tratamientos médicos. Una de ellas es la musicoterapia.

La música y el sonido nos acercan de forma directa al mundo emocional, psicológico y espiritual del ser humano, modificando conductas que no son conscientes. De ahí que pueda ser utilizada terapéuticamente.

Cada uno tenemos un patrimonio sonoro personal de sonidos y músicas que se van quedando fijados en nuestro interior en momentos de distintas intensidades emocionales. Este patrimonio musical es un tesoro sonoro que nos conecta con nuestro mundo interior que es una vía de acceso del musicoterapeuta.

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CÓMO CONSEGUIR QUE TU TRABAJO SEA TU VOCACIÓN

“No existe la falta de oportunidad de ser próspero haciendo lo que amas,

la única escasez es no hacerlo”.

Wayne Dyer

A todos nos han metido en la cabeza desde pequeñitos que enfocáramos nuestros esfuerzos a tener éxito de mayores, entendiendo por éxito el tener un trabajo muy bien remunerado ¿cierto? Esto significaba centrarse en algunas profesiones y desechar otras, sin tener en cuenta si nuestros gustos, intereses, preferencias o talentos innatos iban orientados en esa dirección o no. El problema de base es la equiparación de éxito a éxito económico y no al desarrollo de una vocación. Como si el hecho de dedicarte a tu vocación fuese a ser sinónimo de vivir en la miseria. Una vocación es aquella profesión que realizarías sin que te pagasen por ello, pero esto no tiene por qué estar reñido con ganarse bien la vida.

Una vocación es algo que sientes que tienes que hacer en la vida y que se alinea con tus dotes y talentos innatos. Es algo sobre lo que siempre estás pensando, algo que te hace vibrar cuando oyes hablar de ello. Es aquello con lo que disfrutas y fluyes, lo que haces sin dificultad y te hace sentir una satisfacción inigualable Es por así decirlo,  que tu profesión sea tu hobby. Cuando tienes una vocación, el tiempo pasa volando, fluyes,  siempre quieres saber más, mejorar, investigar y ofrecer lo que sabes al mundo. Una vocación es algo que te hace feliz.

Hay personas que tienen muy claro en su vida lo que quieren desde pequeñitos y no es raro que después sean grandes profesionales en su campo. Si a estas personas las intentamos influenciar para que se interesen por otras cosas con “más salidas” con frecuencia se convierten en profesionales frustrados que están deseando encontrar tiempo libre para dedicarse a sus hobbies, aquello que tendría que haber sido su profesión vocacional.

Sin embargo, hay personas que descubren más tarde cual es su vocación. Puede ser que estuviese escondida debajo de montones de creencias limitantes como “ con eso nunca te vas a ganar la vida”, “ hay que pagar las facturas”, “sólo son fantasías”, etc.

Otro tercer grupo de personas no tienen ni idea de cuál podría ser su vocación. Si este es tu caso te sugiero las siguientes preguntas:

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POR QUÉ LA MÚSICA PUEDE AYUDARTE A MEDITAR

Ayer fui invitada a realizar una meditación para recibir el nuevo año y despedir el anterior, en un nuevo centro muy acogedor llamado Almabodhisattva. No suelo acudir a este tipo de eventos porque prefiero meditar en soledad con mi propia música y mi espacio, sin embargo fue una experiencia muy agradable de la que también aprendí. En concreto nos comentaron el ambiente tan especial que se puede crear con determinados sonidos e instrumentos musicales para facilitar la meditación. La música que tenían puesta de fondo sin duda resultaba muy relajante y favorable para la meditación, con sonidos naturales combinados con instrumentos orientales.

La meditación es una de las prácticas universales más extendidas, seamos conscientes de que estamos meditando o no. Ya que meditar consiste en algo tan sencillo como estar en el momento presente, en el aquí y el ahora. Es lo que se conoce también como mindfullness o meditación consciente.

Existen diversas técnicas de meditación que facilitan la concentración e inducen a la meditación de forma más rápida y sencilla. Unas técnicas son más estáticas o pasivas y otras más dinámicas o activa. Unas pueden ser más adecuadas que otras dependiendo del momento del día en el que nos encontremos o de nuestras circunstancias personales

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