Hoy en día sabemos que los bebes pueden oír desde un poco más de la mitad del embarazo, exactamente, sobre la semana 26. Numerosas investigaciones lo avalan. Esto nos hace plantearnos la pregunta de cuál es la influencia que el ambiente sonoro ejerce sobre el feto antes de nacer.
Independientemente de las investigaciones científicas, toda mujer que ha estado embarazada sabe que el bebé es un ser sensitivo, que reacciona ante lo que le pasa a la madre y ante lo que ocurre a su alrededor. Así mismo, el estado emocional de la madre influye directamente sobre el feto. Muchas madres han podido comprobar que, si en el embarazo se han encontrado serenas y tranquilas, sus bebés se comportan de la misma manera. Así mismo, si la futura mamá ha estado sometida a situaciones fuertes de estrés, la probabilidad de que el bebé sea mucho más inquieto se multiplica.
Es importante para la futura mamá tomar conciencia de que sus emociones y sentimientos influyen directamente al feto, puesto que se producen cambios químicos en su cuerpo que le llegan a través de la placenta.
El cuerpo humano que está en construcción, dispone también de una red neuronal que está comenzando a especializarse en interpretar la carga emocional de lo que ocurre en su pequeño mundo, el claustro materno, y de lo que le llega del exterior.

Los fetos no sólo sienten el estado emocional de sus madres, sino que llegado un momento también sienten las caricias de su madre.
También se ha descubierto que, a partir de la octava semana, son capaces de percibir los sonidos a través de las vibraciones acústicas que le llegan por la piel.
Pero en la semana 26 se produce una verdadera revolución para el feto que le permite conectar de forma más intensa con el exterior: comienza a oír.
Lo primero que oye un bebé son los latidos del corazón de su madre y su voz. Esto supone sentir que hay alguien más ahí con él. Conforme van pasando las semanas el feto es capaz de oír cada vez mejor, percibiendo en primer lugar los sonidos agudos del entorno y lo que escucha la madre. Así mismo, los ruidos fuertes también comienzan a llegarle, causándole desagrado, ya que se ha observado que en estas situaciones se tapan los oídos y se encojen. Esto comienza a ser realmente patente a partir del sexto mes, siendo el último trimestre del embarazo una verdadera revolución sonora que le influirá para el resto de su vida.
Cuidar del ambiente sonoro cuando se está embarazada es, como habrás podido deducir, mucho más importante de lo que se creía antiguamente. Rodear al bebé de músicas agradables e incluso hablarle, cantarle y contarle cuentos antes de nacer tiene un efecto sobre su desarrollo emocional mucho más importante de lo que se pensaba.
No es de extrañar que las melodías que la madre y el feto escuchan frecuentemente serán las que luego, una vez que el bebé nazca, las que le calmen en los momentos difíciles, cuando al bebé le cuesta conciliar el sueño o cuando aparecen los temidos cólicos del lactante.
Si además la madre canta o toca un instrumento el efecto es mucho mayor, puesto que las vibraciones sonoras le llegan más directa e intensamente. Es algo que he podido comprobar personalmente con mis hijas, por lo que no es de extrañar que ahora tengan una sensibilidad especial hacia la misma música que a mí me gusta.
Claro está que cada madre tiene sus preferencias musicales. Si estás embarazada tampoco es cuestión de que te obligues a escuchar determinadas piezas que se suelen recomendar si no te gustan, porque el bebé lo notará, ya que tu estado emocional será negativo y segregarás determinadas hormonas que afectarán a su bienestar. Lo mejor es realizar tu propia selección de melodías favoritas, siempre que se cumpla el requisito de que sea una música suave y armónica.
Las estridencias y ritmos muy acelerados se ha demostrado que aceleran al feto en exceso, causándole mucho estrés, lo cual es muy negativo para su desarrollo. Digamos que el embarazo no es el mejor momento para el rock duro ni el heavy metal. Ni mucho menos para ruidos fuertes y estridentes.
Se han realizado estudios en los que se ha observado que los instrumentos que prefieren los bebés suelen ser el arpa, el violín y la flauta. Y, en cuanto a gustos musicales, sienten una fuerte preferencia por la música clásica. Pero, como decía antes, también se pueden incluir otras músicas suaves y tranquilas, que sean acordes con las preferencias de la madre.
Y, por supuesto, el sonido que prefieren por encima de todos es el de la voz de su madre. Tal vez no cantes como una diva, pero te aseguro que las canciones de cuna que le cantes desde el sexto mes serán sus favoritas por encima de cualquier sonido. Esto se debe a la gran carga emocional de amor y cariño que el bebé puede percibir en tu voz desde mucho antes de nacer. Además, cantar produce endorfinas y una mayor oxigenación, al ser necesario respirar más profundamente, que benefician directamente al bebé.
Os dejo con una cita de Zoltán Kodály
“Hace unos cuantos años me preguntaron: “¿Cuándo conviene comenzar el estudio de la música?”. Respondí: “nueve meses antes del nacimiento”. Pero hoy respondería: “Nueve meses antes del nacimiento de la madre”.
Y un libro que os recomiendo leer para profundizar en este área y con el que me he documentado para escribir este artículo: Música para antes de nacer.
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